Tras atravesar el Cañón del Rió Dulce llegué a Sigüenza, bonita ciudad, pero con alojamiento muy caro. Menos mal que encontré la fuente del abanico, una especie de merendero a las afueras donde monte mi tienda de campaña para descansar.
Al final mis piernas me dijeron que descasara mas y me quedé en Sigüenza dos días, después cogí un tren porque había quedado el Jueves 31 de Mayo en Soria con mi amiga Nerea.
Al final mis piernas me dijeron que descasara mas y me quedé en Sigüenza dos días, después cogí un tren porque había quedado el Jueves 31 de Mayo en Soria con mi amiga Nerea.
Dias tranquilos en Soria, descansando y viendo monumentos con Nerea.
El domingo 3 de Junio, Nerea se fue para Bilbao y yo retomé mi viaje, empezando a ascender hacia el Puerto de Piqueras.
Fui a visitar a "mi pueblo" Ortigosa. No es mi pueblo, pero yo me apellido así, y me hacia mucha ilusión visitarlo. Descubrí que Ortigosa, en la Sierra de Cameros de La Rioja, es un pueblo precioso que consta de dos partes divididas por un cañón y unidas por un puente. Una de las partes era antiguamente la parte rica, y las casas son muy grandes y con mucho espacio entre ellas. La otra parte era la parte pobre, donde vivía la gente que le trabajaba a los ricos, las casas son mas pequeñas y están muy amontonadas.
El martes 5 de junio me hice pasar por un peregrino del Camino de Santiago para poder dormir en un albergue de peregrinos en Nájera. Me costó trabajo diplomático entrar porque no tenia la credencial, pero al final conseguí una alli mismo, y eso que en teoría en Nájera no dan credenciales.
Después de mi viaje tan tranquilo y solitario, meterme en ese albergue con casi 100 personas me chocó un poco, me sentí un borrego mas en el rebaño. A las 10 de la noche, silencio absoluto y a dormir, en teoría, porque yo no conseguía dormir con las mas de 50 personas que estaban roncando. Y a las 6 de la mañana, !cuando aún no ha salido el sol!! todos se levantan con tanto ruido que te obliga a que tu te levantes también. Por fortuna no sigo su ruta.
Después de mi viaje tan tranquilo y solitario, meterme en ese albergue con casi 100 personas me chocó un poco, me sentí un borrego mas en el rebaño. A las 10 de la noche, silencio absoluto y a dormir, en teoría, porque yo no conseguía dormir con las mas de 50 personas que estaban roncando. Y a las 6 de la mañana, !cuando aún no ha salido el sol!! todos se levantan con tanto ruido que te obliga a que tu te levantes también. Por fortuna no sigo su ruta.
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